viernes, 9 de septiembre de 2011

El final de un comienzo.

Se avecina el final del verano y me dispongo a hacer una pequeña reflexión acerca de todo aquello que he vivido a lo largo de estos tres meses.
Podría decirse que éste ha sido como uno de aquellos veranos que viví en mi infancia: ningún libro que me fastidiase la existencia, reencuentros con parte de la familia asentada a varios miles de kilómetros de mí, vaciones familiares, diversión y un largo etcétera...
Mi verano comenzó aquél, ya lejano, 16 de junio cuando, por fin, acabé los exámenes de selectividad que me devolvían mi vida social. Entré en un estado de asombro propio por la tensión acumulada durante esos días, pero sólo me bastaron unas horas para volver a la realidad, maravillosa realidad. A pesar de la alegría por el final de dichos exámenes, llegaron los nervios por el resultado de los mismos... Qué pasará... Tendré buena nota... Podré entrar en alguna de las carreras que me gustan... Finalmente sí, tuve buena nota y pude entrar en una carrera que, espero y deseo, me guste: Psicología.
En ese momento sí podía decir que ESTABA DE VACACIONES! A partir de ese momento podía empezar a disfrutar plenamente del sol, del agua, del aire libre, de mi familia, de mis amig@s, de mi novio...
Por fin había llegado mi momento y estaba dispuesta a vivirlo de la mejor manera posible...
Los días iban pasando a medida que reponía todas las fuerzas perdidas durante los dos largos años de bachillerato, aunque algunos de los planes que me propuse en su momento se fueran esfumando poco a poco...
Y, antes de darme cuenta, me hice mayor... El deseado 13 de agosto se representó en el calendario sin apenas dejarme reflexionar acerca de lo que ésto significa: ya soy mayor de edad... Por suerte, ese preciso momento pude compartirlo con una de las mejores personas de mi vida, con uno de mis pilares fundamentales. Gracias a él he conocido el verdadero significado del amor; gracias a él he vivido grandes momentos que pensé que nunca me tocaría vivir y, gracias a él, soy feliz...
Pocos días después llegaron unas personas que me hicieron ver que el tiempo y la distancia no son motivo para la destrucción del amor o el cariño; unas personas que me han demostrado que en la vida tenemos varias etapas, unas mejores que otras, pero todas ellas debemos afrontarlas con la mejor de nuestras sonrisas a pesar de que en esos momentos sólo pudiesen salir lágrimas en nuestro rostro...
Como todo en la vida, su visita también tuvo un final, dejando tras de sí lloros, abrazos, besos, miradas cómplices y un sinfín de emociones y sentimientos difíciles de explicar...
Los días han seguido pasando sin apenas darme cuenta hasta que hoy, un 9 de septiembre, me he parado a reflexionar y me he dado cuenta de que el tiempo fluye con una velocidad a veces sorprendente...
En definitiva, si tuviese que hacer examen de conciencia de estos tres meses diría que he aprendido varias cosas importantes. En primer lugar he aprendido a amar y a ser correspondida; me he convertido en una adulta a las puertas de una larga carrera que me adentrará al ''curioso'' mundo de la psicología y me he dado cuenta de que ''no es oro todo lo que reluce''... Debo aprender a confiar más en quien verdaderamente se lo merece y no apostar por personas que no sabrán valorar mi apoyo...
Me encuentro ante el final de un nuevo comienzo...