sábado, 30 de abril de 2011

El eterno retorno...

De acuerdo con la ficción del eterno retorno: ''cualquier estado que este mundo pueda alcanzar lo habría alcanzado ya y no una vez, sino un número infinito de veces. Igualmente este instante ya se dio en otro tiempo y volverá a darse, y todas las fuerzas serán destruídas de nuevo como ahora''
No se trata de que en la tierra se produzcan ciertos ciclos naturales trayendo tras el invierno la primavera y tras el nacimiento, la vejez y la muerte; sino de una visión del universo como algo cerrado en sí mismo, donde el tiempo posee una configuración circular que determina la repetición eterna de lo mismo.
El tiempo futuro parece abierto a la intervención de la voluntad de poder, a su capacidad de elegir o valorar.
Todo lo que sucede en el mundo se repetirá igualmente una y otra vez, todo se repetirá eternamente y con ello todo lo malo y lo miserable.
Nuestra vida presente es ya una vida repetida, y no existe una vida primera que no sea repetición, que se encuentre a la base de todas las repeticiones, como su original.
La repetición no surge en el tiempo, sino que es el tiempo msimo.
Toda tu vida es como un reloj de arena, que sin cesar es vuelto boca abajo y siempre vuelve a correr, un minuto de tiempo, durante el cual todas las condiciones que determinan tu existencia vuelven a darse en la órbita del tiempo. Y entonces volverás a encontrar cada uno de tus dolores y tus placeres, cada uno de tus amigos y tus enemigos, y cada esperanza y cada error, y cada brizna de hierba, y cada brillo de luz, y toda la multitud de objetos que te rodean. Este anillo, del cual tú eres un pequeño eslabón, volverá a brillar eternamente.
Nietsche considera que si alguna vez hemos deseado que una misma cosa volviese a repetirse, entonces hemos deseado el retorno de todas las cosas porque ''si nuestra alma ha vibrado, como una cuerda, y resonado de felicidad una sóla vez, entonces todas las eternidades eran necesarias para producir tal acontecimiento, y la eternidad toda entera queda, por ese instante único de nuestra equiescencia, salvada, rescatada, justificada y aceptada.
Pretende conseguir nuestra aceptación jubilosa de cada instante, amar hasta lo más hondo la belleza que resplandece fugazmente, decir sí con entusiasmo tanto al florecer como al marchitarse de cada rosa porque ''si el devenir es un vasto círculo, todo es igualmente precioso, eterno, necesario...''

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